ENSAYO SOBRE LA APRECIACIÓN DE LA DANZA DE RAMIRO GUERRA
INTRODUCCIÓN
"...
los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión"
Martha
Graham
Moverse es una cualidad
biológica, pero moverse con capacidad constructiva y evocadora que transforme
el mundo interior y exterior, es una cualidad de danzar, y esta suma sus
razones emocionales. Sentir es parte de esa expresividad que permite
comprender el cuerpo inteligente en un tiempo y espacio específico. La danza es
un lenguaje simbólico que ha sido parte de la realidad humana, en toda cultura,
época y distancia que podamos conocer o incluso desconocer.
Es parte de la inmediatez y
ha sido una consecuencia razonada en el transcurso de este recorrido universal,
lo que ha adquirido formas diversas que aúnan la necesidad funcional dentro de
las distintas culturas. Hablar implica un movimiento que gestualiza no sólo los
labios, sino toda una corporalidad simbólica, movernos es inherente al humano,
movernos de una forma particular con rasgos propios, con idiosincrasias, con
cuestiones aprendidas o heredadas, con situaciones de índole individual que
ayudan en nuestros movimientos improvisados, eso es danzar.
Danzar es un sustantivo, que en su devenir ha
sido enriquecido con adjetivos que ayudan a entender que vemos, aunque apreciar
sea distinto, apreciar puede implicar conocimiento de algo que no deja de tener
una percepción estética o simplemente apreciar aquello que nos transporta a
sensaciones positivas o negativas, lo que tampoco nos aleja de la estética
misma del baile. Ramiro Guerra nos amplia esto ejemplificando lo anterior: “vamos a utilizar el término “danza” como
general en toda actividad de baile y se aplicará el conveniente adjetivo de
folklórica, moderna, recreativa, clásica o académica para concretar sus
diferentes aspectos, en forma concreta y clarificada” (2003).
Insistir en la percepción de la misma nos
ayuda a comprender sus características similares o discrepantes con otras
manifestaciones artísticas, la danza tiene un carácter efímero y percibirla
asume al público en toda dimensionalidad debido a sus profundas circunstancias
de lo irrepetible. Sus medios expresivos permiten proyectar cuestiones
objetivas del mundo, narra y se convierte en ese momento una danza de imagen,
misma que parte de la visión de experiencias, cosas conocidas que hasta podemos
conectar sagazmente, pero a veces no proyecta y acude a la acción subjetiva, la
danza entonces se vuelve abstracta, pero no ensucia nuestro interior, aquí la
conexión es emocional, es una poesía encarnada en la piel, en la piel del alma,
y los movimientos son un síndrome espásmico.
Para el hombre primitivo la
danza fue un producto utilitario y una correlación del hombre con lo
misterioso, la danza en este momento del mundo tiene una dependencia con la
tierra y sus poderes, pero también con el viento que se escuda en sus rostros y
se fugan como venidos de algún sitio desconocido. De este potente entorno surge
la necesidad de apresarlo, por eso pateaban el suelo porque querían encontrarse
con la energía, exigir la fuerza que emana de la tierra. Esa fuerza es la
fertilidad, la que fecunda lo erótico y que se permite ser cíclico, amanece y
anochece, llueve y escampa, muere un árbol y mueren ellos y todo vuelve a
germinar, y parece que todo es igual y es a la vez diferente. Bailar en círculo
es símbolo de todo eso, lo colectivo es identidad, la constancia del ritmo, lo
vertical para tocar el cielo que evoca el crecimiento, como crecen las semillas
y se traducen en plantas que se levantan de la tierra y fructifican o el mismo
falo que es aquel que dispara un orden movible racial, en constante latido con
la intuición y lo espontáneo.
Los estilos arcaicos en las
danzas de la antigüedad, basan su esencia en el desarrollo de medios técnicos,
lo que conlleva una especialización y tipificación de las danzas entonces, como
la de guerreros o de oficios religiosos. Tomando en cuenta que las clases
nobles ocupaban de esclavos, y ante una vida ociosa, se permitían dedicarse a
la cultura, así que los sistemas basados en la esclavitud fecundaron arte a
borbotones. El caso de antiguas culturas como la hindú, la china, Mesopotámica,
la egipcia, griega y romana son casos por demás notables en cuanto a su
acercamiento al arte.
Esta etapa sostiene estilos
hieráticos y convencionales, cada movimiento adquiere un significado estático,
en las danzas de la India se ordenan los movimientos a través de los llamados Mudras (ordenación de movimientos de dedos
y manos) que trasmiten narraciones
de héroes, dioses y semidioses insertados dentro de la literatura religiosa de
ese país. Los convencionalismos a los que nos referimos también los podemos
observar en el manejo de objetos, como el movimiento del abanico en danzas
japonesas o las mangas enormes de los vestidos en las danzas chinas, los
movimientos de estos objetos según sus cambios específicos permiten la
comprensión indistinta de estados de ánimo o de situaciones estereotipadas.
Es lo mismo ante las danzas
mesopotámicas y egipcias, que formulan en este tipo de danza narrativa,
unidades complejas aunque estáticas, en las que intervienen hasta fenómenos de
acrobacia, en la actualidad este tipo de danzas persisten al menos en
fundamentos de formas y contenidos arcaicos. La Ópera de Pekín refleja todo
este maquillar del tiempo que sin lugar a dudas es el sonido del pasado.
La danza griega obtiene influencias de la
danza egipcia, sus rituales en vinculación con lo dancístico emitían el
significado de los dioses y diosas del panteón griego, aquí podemos distinguir
algo relevante como los orígenes del teatro contemporáneo, comparten el sentido
egipcio de entrenar a sus bailarines, pero la diferencia sustancial recae en la
búsqueda de cuestiones diferentes al bailar, los egipcios buscaban la perfección
de la interpretación, en cambio los griegos cernían sus fuerzas en la
caracterización, la concepción de danzas de imagen o narrativas se estremecían
en dioses , pero lo abstracto era simbolizado en danzas dedicadas al dios
Dionisio donde lo frenético corría sin pausar por los cuerpos danzantes. Muchos
de los pasos y movimientos de entonces no han quedado encarcelados en un pasado
mitológico sino que en la actualidad aún se pueden observar en algunas danzas
griegas.
A partir del 150 a.c las
escuelas romanas de arte cerraron, la nobleza consideró que esta era una
actividad sospechosa, sin embargo más adelante surge una forma de danza llamada
pantomima, esta comunica sin palabras, estiliza los gestos y movimientos. Ahora
bien, los romanos no se pueden considerar entonces como un pueblo que dance, la
irrupción del cristianismo permea en el principio religioso de incomprensión
ante el erotismo, entiéndase que la sociedad romana durante este proceso
degeneró a la danza como parte de orgías y desembarazos morales lo que puede
considerarse como una mezcla entre lo pagano y lo mundano. El paso a la Edad Media
suprime y restringe a la danza, sin embargo es el momento en el que aparecen
las danzas folklóricas, estas absorben todo lo sucedido en la antigüedad,
aunque ya no encontraremos algunos de los logros técnicos que durante el momento
arcaico acaeció, pero lo que sí es sustancial aquí, es la fuerza y la vitalidad
que dejan imprimir, con danzas sin imagen y espasmódicas que sugerían una
liberación de ataduras religiosas.
El estilo académico presente
en las danzas preclásicas renacentistas y la academia de la danza son el
resultado del surgimiento de la burguesía y la danza se presentó ante el mundo
como una actividad de refinamiento, tanto el bailarín como la bailarina comenzaron
a tener la atención y el gusto del público, obtuvieron rango artístico, los
efectos de la plástica se ponen al servicio de la idea, la danza trasmite ideas
ahora, y todo, desde la música, hasta un objeto es parte de eso. El refinamiento
llevó a la danza académica al camino del ballet clásico y la mujer se encumbra
como bailarina capaz de hacer los más espectaculares efectos del movimiento, el
varón se comporta como un acompañante y parece haber perdido glorias pasadas,
lo folklórico pasa a segundas nupcias. Lo que interesa aquí es el garbo
incorpóreo, la destreza técnica y hasta el sentimentalismo, producto de lo
romántico ya en el siglo XIX.
Pero el siglo XX nos regresa
el tiempo y lo rompe a la vez, convierte la danza en una fecundidad de
primitivismo y un rompimiento con lo literal, se incorpora al mundo psicológico
y busca la dualidad como fundamento, un salto puede terminar en reposo, la
verticalidad se asienta de súbito en lo horizontal, reflejan el mundo social
que les toca vivir, el espacio es el elemento a distorsionar, pero también el
mejor elemento de embate contra los cánones establecidos. El enfrentarnos a la
danza posmoderna nos acerca a todo el caos de inmediatez en el que vivimos
inmersos, el cuerpo del bailarín se deshumaniza y las figuras abstractas se
funden con la música, la escenografía, cualquier tipo de efectos que buscan
cotidianidad, pero que amalgama todo lo anterior, así que un bailarín puede
caminar sobre una llanta y puede volar como el más virtuoso de los bailarines románticos.
Lo colectivo es un respeto a la individualidad, todos pueden seguir pasos al mismo
tiempo, pero de igual manera puede hacer improvisaciones basados en impulsos
musicales o emocionales, el texto puede aparecer, y surge el término
danza-teatro, una complejidad exquisita que posibilita el escenario de la
humanidad.
Cuando nos trasladamos a los
orígenes de la danza encontraremos distintos cauces que se estacionan en la
exaltación física y también mental que decae en el movimiento estético, lo
podemos ver en el ritual religioso, en la recreación colectiva y el espectáculo
teatral, tres caminos y tres posibilidades. El ritual religioso como primer
sendero parte de las necesidades vitales del ser humano, estas danzas se asumen
sagradas y devienen en magia, conservan en su interior el deseo de doblegar a
la naturaleza para que cumpla con la voluntad humana. Estas danzas son de una
experiencia colectiva, la participación está inscrita en todo género y huye del
mero placer estético, de la acción recreativa e incluso de los alcances
decorativos.
Pero la naturaleza no
siempre ha querido ser entendida de la misma manera, la cristiandad, las
castas, los esclavistas pierden este contacto y la danza ritual en ese momento se manifiesta como un
ejercicio hacia el poder, se danza a la divinidad, estáticamente se procuran
narraciones épicas, son parte del quehacer religioso, se asumen como sagradas
de imágenes, y es el medio de comunicación en donde el creyente es solo el
adulador, el participante sumiso.
Pero la danza también es
recreación, y las danzas de imagen encuentran cobijo aquí, como también las
abstractas. La necesidad de una coordinación colectiva permite que el humano
implique al baile en celebraciones diversas, que regocijan, por eso observamos
constantes ceremonias sociales, que van desde bodas hasta el baile libre,
erótico y urbano que podamos observar en una discoteca. En este contexto
podemos ubicar a las danzas folklóricas, alejadas en circunstancias de los centros urbanos, situación que es
distinta con las llamadas danzas de
salón que devienen de los bailes elitistas de las clases altas desde el
renacimiento, y que trascienden a los
círculos populares poco a poco, en una travesía que sugiere nuevas
aportaciones, por ejemplo: entender la contradanza cubana como una consecuencia
de los bailes de salón en las cortes francesas, es perder de vista sus claras
influencias africanas que la caracterizan como única.
La danza en su conexión con
el teatro ya nos habla de la presencia del especialista o profesional, la
inserción de técnicas y nuevas formas de expresión, pero esto no es todo, la aparición del público
es determinante, y la danza se permite el lujo de ser espectáculo teatral, lo
anónimo es cosa del pasado, todo lleva una firma, es la búsqueda del reconocimiento
y de la división de responsabilidades, lo que entendemos con la aparición de la
individualidad cargada dentro de lo que ahora conocemos como virtuosismo, y el talento es sugerido tanto en el
coreógrafo como en el bailarín.
El espectáculo teatral en el
que la danza ahora se inserta no deja de connotar las anteriores posibilidades,
la danza ritual que se considera la más antigua o las mismas recreativas en sus
aspectos folklóricos y de salón, son parte de este consecuencia última, las
tres vías se conectan con la danza de imagen y con la abstracta, no siempre,
pero es posible en cualquier momento, pero además el teatro apoya la idea
porque su afinidad es descubierta en sus posibilidades dramáticas. La danza
ahora es una mezcla de sustancias artísticas que van considerando las artes
plásticas, la literatura y las mismas artes dramáticas.
Los factores o sistemas
básicos en los que ahora se sienta son el coreógrafo y el bailarín. La coreografía
es algo organizado, con movimientos establecidos usados en un tiempo y un
espacio determinado, el bailarín es el que ejecuta la danza y expresa de forma
estética la misma. La presencia de la música es concederle a la danza ritmo, compañía
y la melodía aporta al movimiento ese efecto meramente personal y acude
necesariamente a las sensaciones, no podemos dejar de mencionar los elementos
plásticos, recordemos a las danzas rituales donde muchas veces nos encontramos
con máscaras, bastones, palos y demás, o en las recreativas que en su aspecto
folklórico dilata todo el universo artesanal de la comunidad que representa, en
las danzas teatrales veremos la ornamentación que sugiere la escenografía, la
iluminación y otros aspectos más que le dan esa característica espectacularmente
fantástica y visualmente inquietante. Lo anterior Ramiro Guerra (2003) los ha
denominado como los cuatro sistemas básicos en los que se centra la danza.
Pero el coreógrafo es el
máximo responsable de ello, del espectáculo mismo, él le da a la danza su
aspecto definitivo una vez que la percibimos por completo frente a nuestro
ojos, cada danza se funda en una motivación temática, los movimientos tiene una
estrecha relación con el tema. La danza ha pasado por estructuras musicales,
abiertas, complejas, formas de hacer espectáculos de variedades, sistemas que
han prevalecido como fortalezas creativas, que son difíciles de descubrir en una apreciación simple de un
inexperto de la danza y que sólo un ojo especialista consideraría analizar
Nuestros tiempos son
dramáticos y la danza no está alejada de ello, así que bailar es ahora conducto de expresividad
dramatizada permeando el dinamismo y el ritmo, que debe ser gracioso y convicto
evitando la monotonía, que al final de cuentas no cabe dentro de este siglo XXI,
convulso y despilfarrador, necesitamos de momentos climáticos y la danza lo
entiende, estamos recitando cada día emociones y queremos que nos engendren
esas emociones. Difícil tarea la del coreógrafo que debe insertar toda gama de
posibilidades en un espectáculo dancístico, profesión que en el siglo XX se ha
vuelto preponderante, él debe permitir que una composición coreográfica tenga
precisión y claridad, solidez estructural, simplicidad y economía de
movimientos, tiempos, espontaneidad y que todos los elementos decorativos que
acompañen a la obra no asfixien al espectador.
El bailarín es un esclavo de la técnica, de sí
mismo, casi su cuerpo no le pertenece, es la exigencia de un exterior hacia su
interior, es el modo de conservar lo que desde la niñez ha adquirido y es el
único camino que le permite ser parte del espectáculo de la danza y de su vida
misma, unos son liricos y otros dramáticos, la personalidad los embriaga, el
uso de la perfección de la técnica en los primeros y lo emocional como fuerza
interpretativa en los segundos, no significa que no existan bailarines con
ambas posibilidades, pero lo que sí es un hecho es que siempre están más de un
lado que del otro.
Ante todo la danza debe
comunicarse a través de todos los elementos antes mencionados, pero no debe
perder de vista al espectador, dirigirse con respeto es comprender su entorno,
cuestión en la que la danza siempre ha estado mostrándose, debe buscar la
realidad emocional propia y transmitirla a quien con ojos de individuo la
percibe, individuo en su acepción personalizada, pero la coherencia entre lo
que la idea misma es y lo que se proyecta es una responsabilidad del coreógrafo
y del bailarín para encontrar el verdadero aplauso.
BIBLIOGRAFÍA
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