SOCIEDAD POSMODERNA. REFLEXIONES CRÍTICAS SOBRE EL TRASLADO DE LA COLECCIÓN BARNES
La reproducción es un elemento de resurgimiento moderno
en la época posmoderna que introduce la copia o la interpretación de ella como
salud de creación artística, pero finalmente la reproducción se encuentra en la
psique del hombre, que siendo hijo de la
imprenta y padre de su afán de comunicar, produce síntomas de reproductibilidad, que ahuyenta ciertos asomos de rupturas y ve
en lo absolutamente pragmático la visión de los triunfadores, Walter Benjamín
(1989) asienta que: “la obra de arte ha
sido siempre fundamentalmente susceptible de reproducción. Lo que los hombres
habían hecho, podía ser imitado por los hombres. Los alumnos han hecho copias
como ejercicio artístico, los maestros las hacen para difundir las obras, y
finalmente copian también terceros ansiosos de ganancias” (P. 1). Por eso
la historia es vista también como parte de equívocos o de banalidades que no
valen la pena de tomarse en cuenta, no
siempre, pero si la mayoría del tiempo,
olvidamos algunos los indicios de identidad, tan característicos del Romanticismo, donde el nacionalismo rescató la historia como
variable de sucesos, que a su vez, empatan con la psicología social, permitiendo
la identificación con culturas y con el otro que es mi otro.
Determinar con que quedarnos en medio de esta vorágine,
que dicho sea de paso, no es insurrecta sino inevitable de efimeridad, estos tiempos
de consumismos inmediatos y de recuerdos distanciados causan conflictos con la
conservación y valoración de la cultura, aquella que tiene que ver con
patrimonios, tesoros, colecciones, monumentos, obras de arte, objetos etc. Lo
anterior me hace recordar una frase del Rabinal
Achí (1979): “Tú voz ha dicho también: “Dí
adiós a tus montañas, a tus valles; Dí tu voz, porque aquí morirás, fallecerás;
aquí cortaremos tu raíz, tú tronco; aquí bajo el cielo, sobre la tierra”. Eso
dijo tu voz” (P.74) lo que esto significa, lo que vale, lo que lleva de
esencial en sí misma, asuntos que parecen ser del pasado es complejo de
dilucidar en estos tiempos, en cuestión de cultura la intromisión de otros
asuntos han, por un lado, alimentado su perfil, como también por otro,
desterrado su savia, savia de saberes intrínsecos de conformación de ser, de
comunidad, de sociedades, de culturas, de formas de ver, de comprender la
realidad, eso que nos permite identificación, pertenencia, prisma de unicidad.
Estos asuntos de discusión por parte de teóricos, políticos, artistas y personas
involucradas con el asunto de la cultura, convida a la reflexión ante distintos
sucesos en el ahora mismo, conectándose
con lo que nos interesa abordar dentro de este ensayo, y es el caso de Barnes Foundation. Partir de su historia nos remite a la idea
central que se quiere exponer, esta Fundación creada por el inventor de la
famosa solución antiséptica Argyrol
Albert C. Barnes estuvo motivada por su
acercamiento a través de su amigo el pintor William Glackens al arte desde 1910, esto permitió que el empresario norteamericano
acrecentará a niveles extraordinarios una colección de arte, que en la
actualidad se valora como única e invaluable.
Las intenciones posteriores de Barnes, testificadas
legalmente por medio de un fideicomiso patrocinado por un Comité, permiten que el espacio en donde habita la
fabulosa colección, sirva de atmósfera
didáctica para alumnos estudiosos de arte fundamentalmente, el lugar debe ser
conservado a perpetuidad de estridencias estáticas, o sea, tal cual fue
concebida, planeada y diseñada, estos, a
grandes rasgos, eran los deseos del empresario, pero asuntos de orden
financiero han provocado que existan algunos cambios, que legalmente
modificaron los deseos originales, argumentando la necesidad de recaudar fondos,
si Barnes alguna vez estipuló que las obras no debían ser prestadas, ni usadas
en exposiciones itinerantes, para este siglo XXI estos puntos no han sido
tomados en cuenta.
Está claro que tales aspectos han causado disgustos en alumnos
que encontraron refugio y que aun lo encuentran en el espacio Barnes, también en
los vecinos del lugar, entendiendo que el edificio que alberga a la colección
se encuentra en un suburbio de Filadelfia, y sus habitantes han visto y sienten
el sitio como parte de su comunidad, con todo y los problemas que conlleva un
espacio público como este, y algunos más,
que alegan en su discurso ciertas faltas
a lo establecido, irregularidades sobre todo de tipo financiero por parte del
comité que ampara dicha fundación, y
asuntos de índole político, me atrevería decir que hasta raciales, entendiendo
que directivos de Barnes Foundation
ha sido de la raza negra, por razones de
que uno de los institutos a los que Barnes decidió darles en amparo la
fundación, fue nada más y nada menos que
La Universidad Lincoln[1].
Hay varios puntos a tomar en cuenta dentro de esta
reflexión, pero quiero inclinarme hacia el de la conservación, el patrimonio y
el concepto de museo, estos vinculados con asuntos mercadológicos, que no
pueden ser desorientados de estas distintas problemáticas. El espacio donde se
concentra la fabulosa Colección Barnes
posee inconvenientes de tipo físico y ambiental, se constata en su fisonomía el
paso del tiempo y los daños provocados por la humedad, y finalmente el medio
ambiente, el traslado de las obras, que
ha sido ínfimo, no han permitido una
correcta conservación de este patrimonio, y claro, los planteamientos de índole
económico que son el conducto principal para tomar decisiones, de tipo severa o seria, con respecto a la conservación de una
colección como esta, y de cualquier cosa que necesite conservarse. La discusión
al respecto parte desde cataduras legales, como ya se mencionaba con
anterioridad, las cuestiones estipuladas por el mismo Barnes de no movilidad de
la obra, y de mantenerse como un fideicomiso[2]
harían ruido y lo hacen en el momento en que Comité y Gobierno establecen como
necesario la transferencia de las obras y la creación de un espacio idéntico en
la ciudad de Filadelfia, que posea las condiciones necesarias para que la
conservación del tesoro Barnesiano sea efectivo.
Pero en este punto cabe preguntarse ¿Es ético, desde el
punto de vista de los deseos, de quien
logró con su dinero y pasión una colección significativa como esta, no cumplir con lo que, guste o no, determinó
que se estableciera? ¿Es factible ignorar el sentido y ubicación histórica del
espacio? Tengo muchas respuestas al respecto y tengo dudas, en un primer
instante de pensamiento personal, recuerdo que los norteamericanos banalizan la
identidad, por razones
histórico-culturales, que tienen que ver con una amalgama de culturas que
determinaron una sociedad de mentalidades migrantes, difíciles de embonar, pero que han dado una
línea de comportamiento que pasan por un
sentido de poderío, que conlleva a la
posibilidad de hacer posible todo o casi todo, por eso hay lagos donde no hay
lagos, hay París en las Vegas sin que sea Paris, y Egipto sin que sea Egipto,
como muchas cosas más, la salchicha alemana se convirtió en el Hot Dog y la
comida mexicana en una superflua actitud de comida Tex-Mex que nos proyecta un
pánico como el de Scary Movie, y aquí caben los etcéteras.
No tengo dudas en relación con que la Colección Barnes se coloque en un
espacio idéntico, que sea un espejo de lo que es, los norteamericanos son
capaces de eso y más, ejemplos vemos que nos constatan esto, en ese punto,
punto clave, solo discuto el asunto de
la reproductibilidad, lo que al principio de este ensayo me pareció adecuado
mencionar, porque cabe el
cuestionamiento en cuanto a su sentido de originalidad, y ahí está el tema, por el cual, el mercado del arte considera a
la obra artística un producto atípico, porque este es único, irrepetible en su
sentido primario, el valor está dado por esas diferencias, la reproducción de
una obra o de obras artísticas son factibles, pero no vendibles en un mercado de subasta, con las condiciones de lo apreciado en cuanto
a lo único, lo maravilloso de lo único, y de lo irrepetible.
Claro que en términos generales, y desde el punto de vista del análisis FODA, el
lugar, el sitio por sus condiciones de tipo físico pues llegaría en algún
momento a no poder cumplir con sus funciones, y ahí se encuentran sus Debilidades, y el nivel de deterioro impediría la práctica
del espacio como lugar público, en definitiva, pensando mercadológicamente, el
lugar debe satisfacer las necesidades de sus visitantes, a través de un
intercambio, esto no se aleja de lo que un museo pretendería, y al pretenderlo
se expresan sus Oportunidades dentro
del mercado externo, un museo se debe a
la satisfacción de la sociedad y cumple con una función didáctica que pretende
educar e incluso crear conciencia sobre la identidad , la cultura y el museo es un reflejo de lo que
el ser humano , tanto de una localidad, como del hombre como parte de la
humanidad ha sido concebido y lo que el mismo concibe. Pero para ello, la
institución, en este caso la Fundación
Barnes, debe cumplir con aspectos de conservación, funcionalidad, finanzas apropiadas,
y sobre todo organización, porque ahí se encuentran sus Fortalezas, todo ello permitiría una remodelación del
espacio y una adecuada sincronía de todos los elementos necesarios, para que un sitio como este siga teniendo una
razón de ser, si esto sucediera, si realmente se pensase en que los lugares
nunca podrán ser los mismos no estando donde mismo, si lo que es en un tiempo
se reproduce en otro tiempo en verdad nunca será lo mismo, se buscaría la
manera de reconsiderar la movilidad de la colección, sencillamente porque ahí
pueden aparecer las Amenazas.
La era posmoderna imagen de una sociedad compuesta por lo
inmediato, que reproduce tiempos pasados, que los mezcla, los yuxtapone, los
incoloca para colocarlos dentro de un ambiente de fugacidad, de vientos
corruptos, de aires lumínicos que te hacen ciego en tu interior, que no hay
búsqueda de emociones distintas a la
satisfacción inmediata, estos tiempos, permiten reflexionar distinto a otro, es
verdad, estoy de acuerdo con que de alguna manera lo que importa es la conservación
de la Colección Barnes, que al ser
reubicada, permite no solo que suceda lo anterior, sino que estando en mejor
sitio y estado, ampliará las afluencias, todo esto sirve para la comprensión de
lo que determinamos como la función social de un museo y la muestra de un
patrimonio o tesoro de un país, que
además adquiere su sentido de universalidad por sus contenidos, pero cabria
pensar que: ¿ Acaso parte de la Colección
Barnes no es también el espacio en el que esta fue concebida? Por eso digo
que parte de este universo posmoderno es olvidar que la historia es elemento de
la sociedad que permite, y considero esto fundamental, permite y permitirá el
encuentro con la identidad, con la reflexión de tiempos pasados que ceden la
comprensión de los tiempos presentes, la historia es parte de un hecho que se
asume museable, que potencializa las ideas esenciales, que logra fenómenos de
identificación y que considero necesarios para una sociedad.
Pero también sé que la psicología social, parte
estratégica de la mercadotecnia, favorece con sus estudios de mercado y
sociológicos el crear la necesidad en el consumidor, que encontrará, al menos
en su inmensa mayoría, satisfecha sus necesidades en algún momento, y adquirirá
el hábito de visitar la Colección Barnes
en su nuevo sitio, tan simple sucede esto, porque parte de nuestras
necesidades, son necesidades creadas, que ya no ocupan de nuestra selección
personal, que no adquieren la categoría de reflexión, porque ya se nos da, no
implica esfuerzo, nadie sabe porque necesita algo, solo sabe que lo necesita y
busca adquirirlo. El nuevo espacio que albergará la impresionante Colección Barnes tendrá la dicha de ser
motivo de olvido de cuando vivió en el suburbio de Filadelfia, y en este punto quisiera hacer referencia a Nietzsche
(2003) cuando en su obra El Anticristo
justo al principio dice: “Mirémonos a
nosotros mismos frente a frente. Somos hiperbóreos[3], sabemos perfectamente
lo alejados que vivimos de los demás” (P.11) simplemente porque somos hijos
de lo efímero, y lo efímero también tiene que ver con la destrucción de la
memoria colectiva.
REFERENCIAS
·
Benjamín, Walter, “Discursos Interrumpidos I, La obra de arte en la época de la
reproductibilidad técnica”, Taurus, Buenos Aires, 1989.
·
“Rabinal
Achí, Teatro indígena Prehispánico”, UNAM, México, D.F, 1979
·
Nietzsche, Friedrich, “El Anticristo”, Tomo, México, 2003
·
Apuntes tomados en las clases sobre Mercado
del Arte impartidas por la maestra: Maria Eugenia Fuentes Lanning
·
http://www.youtube.com/watch?v=_hPTz2-_Zzc The docent's
guide to the Barnes Foundation
[1]
Es considerada la “universidad negra” más antigua, ubicada en el condado de
Chester, Pensilvania. Su fundación en 1854 significó la creación de “la primera
institución del mundo que dio educación universitaria en artes y ciencias a la
juventud descendiente de africanos”.
[2]
Al momento de la creación del fideicomiso, ninguna de las partes es
propietaria del bien objeto del fideicomiso. El fideicomiso es, por tanto, un
contrato por el cual una persona destina ciertos bienes a un fin lícito
determinado, encomendando la realización de ese fin a una institución
fiduciaria en todas las empresas.
[3]
De los hiperbóreos se decía que eran
inmortales, además de ser descritos como Dioses. El dios Apolo conducía cada
diecinueve años su carro hacia esta región para rejuvenecer
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