DESDE QUE SURGIÓ LA PROBLEMÁTICA SE ACABARON LOS PROBLEMAS
PROGRAMA DE RADIO
MAYTE ACOSTA


La congresitis es el acto simultaneo de vida que en la actualidad se convierte en la perspectiva pertinente o mas adecuada para que esta cosa llamada currículo se asuma distinto, singular, inteligente y la palabra del momento: SÓLIDO. Querer entrar a un doctorado implica el esfuerzo sobrehumano de adquirir la maña, manía, llámese también virus de la congresitis aguda, debes demostrar en unos casos que comprendes el inglés, en otras que lo hablas en un 95 %, a veces te solicitan dos idiomas y al finalizar el posgrado debes tener el 95 % de dominación de otro idioma más. Pasas por un momento muy difícil que es hacer un hiperexamen de cuatro horas y media donde demuestras tu genialidad, un pensamiento superior o superado que nunca será lo mismo ni sirve pa lo mismo. Lo más complicado es realizar un protocolo de tesis y hacer una pre defensa ante un jurado especializado que después de haber pasado por tan estresantes circunstancias determinaran si está usted apto o no para ser parte de los pocos seleccionados para el estudio de un doctorado.

Ustedes ahora mismo dirán que entonces la cosa no está tan fácil, o quizás se pregunten como es posible que proliferen los doctores. En realidad los porcentajes de estudios doctorales en relación a la población mexicana son ínfimos, pero a eso hay que agregarle que de esa población reducida hay pocos que deberían no  ostentar un titulo de tales dimensiones, son doctores no doctos decía el Maestro Haro según refiere el licenciado Tavira. Hay contradicciones en los procesos que sugieren que hoy reflexionemos al respecto. Si alguien pasa por un examen de comprensión de ingles se entiende que la persona con leer en ese idioma y comprender lo que dice sería mas que suficiente, puesto que esto sugiere que durante el proceso de estudio del posgrado habrá lecturas que no serán en español, pero el examen no es así, tiene en su conformación aspectos de tipo reflexivo y gramaticales que obligan al examinado a saber el idioma y el otro examen que es larguísimo y complicado trae en su esencialidad preguntas que no se vinculan con un doctorado en especifico sino que se asume como un conocimiento que todo doctorando debe de tener. Y por supuesto que el que aspira a entrar a un doctorado debe saber hacer un protocolo de tesis y mas que eso, saber hacer una tesis, defenderla. Pero tengo malas noticias, muy malas, los doctorados asimilan en su interior personas que nunca han hecho investigación y por lo tanto llegan neófitos, por cosas que ya hemos hablado anteriormente, es decir, todas estas variaciones de obtención de grado o la sobre oferta de estudios de esta naturaleza por instituciones de dudosa reputación que han surgido como miércoles de plaza o julio regalado.

Otro problema es que hay una afán en que los doctorantes y doctores hablen muchos idiomas, asunto que me tiene de cabeza puesto que se les olvida que lo primero que tienen que aprender es el propio y así evitar el sabor amargoso de estar en congresos, unos por gusto, unos por mi gusto y otros por darles gusto, evitar digo la amargura, el sabor a tortura de tener que escuchar doctores y postdoctores diciendo cosas como:  MAS SIN EMBARGO, PERO SIN EMBARGO, MUCHO MUY, MÁS MEJOR y un largo etcétera. Al enfrentarnos a eso, a los vicios de la lengua, nos damos cuenta que da igual que existan tantos requisitos para entrar a un doctorado, que son exámenes posibles de ser pasados si se tiene un poco de eso que se les dice: estar listillos, andar a la viva, incluso la posibilidad del fraude, puedes pagar a alguien para que te haga un protocolo, si casos sonados hay, y mira que se de personas que pagan porque les hagan su tesis, me quedo fría, helada, pasmada de las cosas que vivo casi todos los días.

Y creo que uno de los fenómenos que podemos llamar incluso: cultural es ésta de la necesidad, una corrupta necesidad, de que se nos obligue a ostentar nuestros títulos nobiliarios, que nos exija el otro que le digamos: licenciado, master, doctor, etc. y no Pedro, no María, no Juan, fíjense que he usado nombres comunes para no herir susceptibilidades. En medio de todo esto nadie se ha preguntado (porque la vergüenza es algo anacrónico) si es cierto, si es verdad, si es neta que es usted un licenciado, un master, un doctor, porque ya lo había expresado Freyre que alguien que ha estudiado debe comportarse en esa magnitud, y esto no tiene que ver con la moral, es algo proporcional: a mayor nivel académico mejores alcances tangibles, digamos qué: razonar mejor, pensar mejor, sustentar mejor, conocer mejor, interpretar mejor. Pero hay cosas que importan más, por ejemplo:  que tengamos, antes de acercarnos a alguien dentro de estos altos mundos académicos donde de repente deambulo, preguntar: ¿pos que es? Y el otro te contesta: pos doctor, y que uno diga: pos bueno

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