MARZO
PROGRAMA DE RADIO
MAYTE ACOSTA
Estos días de poca apariencia alegre, de un frío estremecedor que ausenta las idas. Estos días de helada presencia siempre distraen la mente de un mes como marzo, mas allá de febrero loco y éste otro poco. Olvidamos marzo antes de la primavera, lo olvidamos, porque para que lleguen las flores, debe andarse con aires congelantes en la historia de la piel, entonces es cuando decimos cosas cómo: ¿que este mes no es un mes primaveral? ¿cuándo ha llovido en marzo? ¡jamás había sentido un frío como este, ni siquiera en diciembre!. Pero es porque olvidamos marzo cuando no llega la primavera.
Esas formas de comportamiento climático de este mes, me ha llevado a pensar que sea eso precisamente lo que a los artistas de todas las posibles andanzas, llamadas artísticas; los haya conducido a presentar reflexiones de todo tipo sobre la estación más esperada, no digo con esto que sea la estación preferida, puesto que eso es relativo, pero marzo es la simbología de todos los posibles símbolos sensuales. La primavera trae en su linealidad las curvas de los tallos, el movimiento de las ramas, la leve suavidad de las flores chocando con la cara del viento, los cuerpos humanos caminando de prisa produciendo calor interno. Las diosas del amor aparecen en las pinturas. Botticelli colocó a Venus en el centro de su cuadro Primavera, convocó a una reunión pagana destruyendo los mitos del medioevo para humanizar a los dioses, que ya habían sido llevados de esa mano por el clásico griego, la primavera boticheliana es venusina, mujer erotizada, es una primavera literal.
La música demostró con claridad a través de la figura de Vivaldi que una estación podía ser descrita con el lenguaje musical, quizá esté de más que refiera a sus conciertos para violín y orquesta conocidos como Las cuatro estaciones. El ritmo, la armonía, las voces de los instrumentos penetran en los vellos antiguos de cada ser humano, para decirnos, que la primavera, no solo es una allegro, es un estrepitoso allegro, que espanta a los espantos, que es un espanto que espanta. Como espanta la obra manierista de Arcimboldo, rostros conformados con flores, retorcidos cabellos que simulan la fiesta de las raíces, los tallos que de tan verdes resultan impúdicos, un adelanto a la idea onírica de los surrealistas del siglo XX, ese famoso ir y venir de la historia del arte, cuando creemos que hemos inventado el hilo negro y solo hemos seguido el hilo, él que sabe seguir un hilo podrá tejer una interminable colcha de firmamento infinito (acabo de tener un dejavu con la película Como agua para chocolate).
Hay quien marchitó la primavera, quien vio más allá de los verdes escandalosos y las flores narcisistas. Caravaggio, un tipo barroco desmesurado, agresivo y melancólico como sí mismo, puso las naturalezas muertas a favor de las emociones, observó en las flores y los frutos el modo de encontrar los sentimientos humanos, una analogía perfecta que alude, sin que suene trillado, a la psicología barata o cara de que el clima, los colores y las formas provocan ciertos estados de ánimo en el organismo humano.
Yo no me quería perder marzo, casi me lo pierdo porque yo no soy nuevemesina, soy un producto casi de 10 meses. El doctor solo dijo lo siguiente: esa niña nacerá cuando quiera, ella sencillamente está cómoda allá adentro. Mi abuela era más radical: esa niña nacerá cuando le de la gana porque siempre hará lo que le de la gana y me dio la gana de ser de marzo y a él va mi homenaje de hoy a partir de lo que no puede faltar nunca en estas reflexiones de los viernes, y es la presencia de Latinoamérica en nuestro afán éste de compartir. Nicolás Guillen amaba la primavera, muchos de sus poemas la mencionan, desde poesía para niños hasta las que pueden cambiarte el humor radicalmente, de un estado frígido a uno destornillado, es el caso de Canción, recordémosla por favor porque la recordarán:
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
PROGRAMA DE RADIO
MAYTE ACOSTA
Estos días de poca apariencia alegre, de un frío estremecedor que ausenta las idas. Estos días de helada presencia siempre distraen la mente de un mes como marzo, mas allá de febrero loco y éste otro poco. Olvidamos marzo antes de la primavera, lo olvidamos, porque para que lleguen las flores, debe andarse con aires congelantes en la historia de la piel, entonces es cuando decimos cosas cómo: ¿que este mes no es un mes primaveral? ¿cuándo ha llovido en marzo? ¡jamás había sentido un frío como este, ni siquiera en diciembre!. Pero es porque olvidamos marzo cuando no llega la primavera.
Esas formas de comportamiento climático de este mes, me ha llevado a pensar que sea eso precisamente lo que a los artistas de todas las posibles andanzas, llamadas artísticas; los haya conducido a presentar reflexiones de todo tipo sobre la estación más esperada, no digo con esto que sea la estación preferida, puesto que eso es relativo, pero marzo es la simbología de todos los posibles símbolos sensuales. La primavera trae en su linealidad las curvas de los tallos, el movimiento de las ramas, la leve suavidad de las flores chocando con la cara del viento, los cuerpos humanos caminando de prisa produciendo calor interno. Las diosas del amor aparecen en las pinturas. Botticelli colocó a Venus en el centro de su cuadro Primavera, convocó a una reunión pagana destruyendo los mitos del medioevo para humanizar a los dioses, que ya habían sido llevados de esa mano por el clásico griego, la primavera boticheliana es venusina, mujer erotizada, es una primavera literal.
La música demostró con claridad a través de la figura de Vivaldi que una estación podía ser descrita con el lenguaje musical, quizá esté de más que refiera a sus conciertos para violín y orquesta conocidos como Las cuatro estaciones. El ritmo, la armonía, las voces de los instrumentos penetran en los vellos antiguos de cada ser humano, para decirnos, que la primavera, no solo es una allegro, es un estrepitoso allegro, que espanta a los espantos, que es un espanto que espanta. Como espanta la obra manierista de Arcimboldo, rostros conformados con flores, retorcidos cabellos que simulan la fiesta de las raíces, los tallos que de tan verdes resultan impúdicos, un adelanto a la idea onírica de los surrealistas del siglo XX, ese famoso ir y venir de la historia del arte, cuando creemos que hemos inventado el hilo negro y solo hemos seguido el hilo, él que sabe seguir un hilo podrá tejer una interminable colcha de firmamento infinito (acabo de tener un dejavu con la película Como agua para chocolate).
Hay quien marchitó la primavera, quien vio más allá de los verdes escandalosos y las flores narcisistas. Caravaggio, un tipo barroco desmesurado, agresivo y melancólico como sí mismo, puso las naturalezas muertas a favor de las emociones, observó en las flores y los frutos el modo de encontrar los sentimientos humanos, una analogía perfecta que alude, sin que suene trillado, a la psicología barata o cara de que el clima, los colores y las formas provocan ciertos estados de ánimo en el organismo humano.
Yo no me quería perder marzo, casi me lo pierdo porque yo no soy nuevemesina, soy un producto casi de 10 meses. El doctor solo dijo lo siguiente: esa niña nacerá cuando quiera, ella sencillamente está cómoda allá adentro. Mi abuela era más radical: esa niña nacerá cuando le de la gana porque siempre hará lo que le de la gana y me dio la gana de ser de marzo y a él va mi homenaje de hoy a partir de lo que no puede faltar nunca en estas reflexiones de los viernes, y es la presencia de Latinoamérica en nuestro afán éste de compartir. Nicolás Guillen amaba la primavera, muchos de sus poemas la mencionan, desde poesía para niños hasta las que pueden cambiarte el humor radicalmente, de un estado frígido a uno destornillado, es el caso de Canción, recordémosla por favor porque la recordarán:
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera
la primavera!
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