El sincretismo religioso: concurrencia sígnica de un comportamiento cultural en la plástica afrocubanística cubana
Todo mi cuerpo
está aquí, ahora, mientras escribo,
arrastrando un pasado, fijado al presente,
estableciendo un sentido de futuridad. Me leen. Estoy[1].
Jesús Lozada Guevara
Este tiempo que subrayo sobreviene desde un campo poco
conocido dentro de las raíces de los pueblos americanos, y propone tránsitos nuevos que esplendan el
trayecto de la africanidad, en un punto
caribeño como Cuba, y lo que en el
tiempo se mantiene, y en el tiempo se agrega
y la evocación de un nuevo tiempo que la semiótica socorrería. Muchos
países, incluso sin que esto sea del todo conocido, poseen ancestrales raíces africanas, porque
el tema de la esclavitud casi está a la par de la conquista, esto es
contundente en países como Cuba, al que nos remitimos en este trabajo a través
de la plástica, donde señalaremos una penetración cultural que aferra un modo o
actitud de comportamiento y entendimiento de un mundo que no puede dejar de
concebirse desde la religión afrocubana.
Las religiones africanas en su contacto con el catolicismo
y también con religiones tribales americanas, dieron lugar al nacimiento de
nuevas religiones, como la santería, que es la forma en la que conocemos lo
afrocubano en su connotación de práctica religiosa. Este sincretismo no se dio plácidamente
fue pasado por la fuerza, incluso una más detestable que la propia muerte: la
humillación. Cuando los negros fueron llevados a las colonias, se les obligó a
convertirse al catolicismo. Ellos, lejos
de hacerlo, adoptaron muchas de las imágenes y creencias cristianas, pero solo para ocultar a sus
verdaderos dioses, a los que se les llama:
Orishas. De esta forma, comenzó un proceso de identidad, y al mismo tiempo, de asimilación de algunos cultos,
que derivaron en la conformación de nuevas religiones.
Este sincretismo religioso[2] se
puede comprender y justificar desde tres ejes que me parecen fundamentales de
observar y analizar, tomando como
ejemplo la plástica de tres importantes artistas cubanos[3]:
Wifredo Lam[4] con “La Jungla” de 1943,
René Portocarrero[5] con “Diablito” de 1962,
Manuel Mendive[6] con “Un Domingo en la
Tarde” del 2010, estos ejes conducirán
la reflexión para advertir porqué debemos caminar por ellos, para un inminente análisis futuro de este
tema. El primer eje conductual es el contexto histórico, el segundo eje es la
oralidad y el tercer eje es lo social,
en ese orden consideraremos la realidad sostenida, llamemos a esa realidad:
sincretismo religioso; dentro de la mencionada pintura cubana con estas
características.
Si consideramos el sincretismo religioso como una
obviedad caemos en lo que para Fernando Ortiz[7] es
ignorar el proceso de transculturación[8], término que en
1940, pone neológicamente en el trayecto
de conocimiento, de una compleja determinación
de la naturaleza del cubano, pero este término, que podemos considerar sinónimo
de sincretismo religioso, puede caer en la coloquial actitud
de lo que fue primero, por no
repetir lo del huevo, podemos
ejemplificar con que emergió primigeniamente: ¿el árbol o la fruta?, digamos que,
la transculturación es el hecho, al modo de decir de Ortiz, de mestizaje, una
idea de lo sincrético, y que una cualidad de explicarse es a través del
sincretismo religioso.
Lo que es importante señalar es que este proceso transculturado
hace énfasis en las manifestaciones artísticas, y la fuerza de su sustancia suele, sobre todo en la
plástica, exteriorizar una de las
facetas más importantes de los principios de este sincretismo y que es la oralidad,
estos principios a los que se hace referencia compete explicarse desde el
proceso histórico , no hay tradición posible de ser sincretizada si ésta no se
trasmite, al modo textual de Victori Ramos[9]
(2004): “…buscando comunicación, y si
esta es tradicional, desea ofrecer y resguardar, mediante la memoria
compartida, el legado histórico y cultural consuetudinario” . (P. 15). Las
conocidas leyendas afrocubanas, llamadas patakíes, son la muestra de esa comunicación
tradicional a la que Victori Ramos refiere, formando parte de esa magnificada
memoria colectiva, el hecho de retomar la plástica cubana con temática de esta
naturaleza, o sea, la afrocubana, es
porque esta expresa mejor que otro decir
artístico esta relación directa con la
oralidad, aquello que comenzó como una trasmisión abstracta de la palabra terminó siendo literatura escrita,
que permitió y permite comprender el comportamiento
de los orishas y su relación entre ellos,
sin esta oralidad, sin la presencia de los patakíes, dichos o escritos, no hay posibilidad de un entendimiento
completo de la afrocubanidad.
Lo que la plástica
de estas características, hace y demuestra, es que la oralidad, que está fundamentada en
los patakíes, tiene una fuerza superior cuando le da fisonomía a los orishas,
dígase imagen, que además evoca toda una distinción simbólica. El estudio de
los patakíes es pertinente para justificar la fuerza de la palabra primera, que vino desde África, que fue dicha en los
barcos, con el temor de la pérdida y que históricamente nos conduce a hablar de
la esclavitud. Zabaleta (2005) plantea: “La transculturación que se produjo luego
de la implantación forzosa de esclavos africanos, tuvo muchas consecuencias en América.
Una de ellas, sin lugar a dudas, fue el surgimiento de nuevas religiones…todas
estas creencias son resultado de un sincretismo…” (P.7).
Esa potencia de la palabra vuelta plasticidad pictórica
alcanza la dimensión de un verdadero comportamiento cultural[10], que
desde el punto de vista de Todorov[11]
(2009) se explica de la siguiente manera: “Las prácticas culturales usualmente
involucran entrelazar contingencia conductual, donde la conducta de una persona
puede proveer consecuencias positivas para la conducta de una segunda persona”
(P.14). Digamos que el espacio de lo sincrético
produce una sociedad con ciertas características, aunque estas sean a partir de
resultados obvios, hay otros que no lo son tanto, Victori Ramos (2004) nos
comunica que: “La palabra ha sustentado
el estilo de comportamiento público y privado de un grupo, su historia, leyes,
conjunto de conocimientos laborales y técnicos…” (P.17) pero también dice
(2004): “junto con sus sueños, creencias más trascendentes y deseos” (P.17) y
esa es la no obviedad, si la palabra ha ido decayendo con la presencia de la
escritura, la plástica, a la que anteriormente hicimos referencia, la
rescata con imágenes en un universo que no siendo inmediato si se nos presenta
onírico, casi como la fuerza de la voz,
a modo de Jitanjáforas , que es el intento de reproducir mediante la escritura alaridos
y sonidos puros. Lahaye Guerra[12](2004)
nos dice al respecto de los patakíes: “[…] como símbolos religiosos no solo
expresan realidades sagradas, sino también sobrenaturales” (P. 198). En los
patakíes viven las potencias del destino y la idea de que el hombre es un
eslabón en la cadena cósmica de la fatalidad, de la que él puede ser cómplice
activo, si se atiene a determinadas normas religiosas. Por lo tanto, en su
normatividad permite aclarar, como bien nos expresa Lahaye Guerra (2004) que
finalmente: “los patakíes y todos los símbolos de la santería son
transparentes” (P.198).
Para adentrarnos en un trabajo como éste, donde se busca a través del contexto
histórico, la oralidad y lo social, una
mejor manera de observar el sincretismo religioso para determinar un ser
cultural[13], conozcámoslos también
como comportamiento cultural, se
propone algunos semblantes que interesan de los conceptos que De
Saussure[14] planteó en cuanto al
comportamiento del signo estableciendo que las lenguas son libres de construir
vínculos entre cualquier sonido o secuencia de sonidos con cualquier idea, pero
una vez que este vínculo se establece, es imposible de deshacer por parte del
individuo o de la comunidad. De Saussure propone algo que nos interesa para
este posterior análisis que son las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas,
estas relaciones dadas a la primera como una relación de combinación y a la
segunda como de sustitución : lo sintagmático
que brindará lecturas múltiples demostrando que la colocación de las
imágenes no responden a una linealidad,
pero sí a un mismo significado, por otra parte, la relación
paradigmática que aporta la sustitución de las imágenes por otras que terminan
significando lo mismo, ofreciendo variaciones que justifican comportamientos culturales.
Para analizar otro tipo de comportamientos sígnicos es
necesario el apoyo en las teorías semióticas de Peirce[15],
porque esto en relación con los signos afrocubanos, por un lado,
establece lo no mutable, en cuanto a que significan algo que otros no, y
todos ellos, o sea los signos, son
multirelacionables entre sí, casi al infinito.
Peirce condensa que no es posible describir plenamente un lenguaje si
esto se hace de forma aislada en relación con la comunidad que hace uso de
él, y a su vez, los efectos que el tiempo tiene sobre el
lenguaje, que finalmente obedece a la evolución.
En este sentido partir de dos términos también
establecidos por Pierce como lo sincrónico que examina las relaciones entre los
elementos coexistentes de la lengua con independencia de cualquier factor
temporal o lo diacrónico que se enfoca precisamente en lo evolutivo y hace
hincapié en aquellos fragmentos que tengan correspondencia con ciertos momentos
históricos. La intención fundamental que se propone este futuro análisis partiría
de la selección de cada uno de los elementos, dentro de las obras seleccionadas y que estos
sean analizados aisladamente, estableciendo sus significados, una vez que cada
uno de estos signos sean escudriñados, se establecerá una relación entre ellos
hasta completar un discurso unitario que determine algún aspecto cosmogónico
para establecer un comportamiento o rasgos de ese ser cultural.
Independientemente de que el tiempo haya agregado
factores de necesidad política, social y cultural a su religión primigenia, los
preceptos ancestrales continúan perennes en esencia y solo poseen el carácter
de doble vinculo, lo que establece una
claridad sincrética, no ambigua, pues significan esos signos lo mismo. Pero a
su vez adquieren en relación una movilidad que solo proporciona la necesidad de
un referente. Estos son duales en su esencialidad, o sea, significantes-significados,
pero son necesariamente un referente exterior que proporciona su carácter
animista y su razón de idiosincrasia[16].
BIBLIOGRAFÍA
·
Barthes, Roland, 1971, Elementos de Semiología,
Alberto Corazón Editor, Madrid
·
Benítez Fleites,
Augusto E, Moreno García, Julia F, 2006,
Los Pueblos de África, EDYMAT LIBROS,
España.
·
De Saussure,
Ferdinand, 1945, Curso de lingüística general,
Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina
·
Estrada, Ana Vera
(compilación), 2004, La oralidad: ¿ciencia o sabiduría popular?,
Centro de investigación y desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello, La
Habana, Cuba.
·
Balbuena Gutiérrez,
Bárbara, 2001, Las celebraciones rituales festivas en la Regla de Ocha, Centro de
investigación y desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello, La Habana,
Cuba.
·
Ortiz, Fernando, 1940, Contrapunteo
cubano del tabaco y el azúcar, Jesús Montero Editor, La Habana, Cuba.
·
Salas del Museo Nacional de Cuba, Palacio de Bellas Artes, 1990, Editorial
Letras Cubanas, La Habana, Cuba.
·
Todorov, T, 2009, Análisis
del comportamiento de datos no experimentales asociados con las prácticas
culturales. Comportamientos y estudios sociales, vol. 18, Siglo XXI,
Argentina.
·
Zabaleta, Igor, 2005,
Sincretismo religioso y los cultos
animistas. La Santería, el Vudú…, EDIMAT LIBROS, S.A. Madrid, España.
[1]
Consúltese en la
bibliografía “la oralidad ¿ciencia o
sabiduría popular” (compilación que realiza Ana Vera Estrada)
específicamente el ensayo del que he tomado esta frase Mascara, persona, personalidad. Una aproximación al arte de
narrar oralmente de Jesús Lozada Guevara (P.233)
[2]
Nos interesa el
punto de vista del sincretismo religioso donde el proceso debe desarrollarse a
la manera de una simbiosis en la que los dos cultos se mantengan. Pero esta
simbiosis no se debe entender como la consecución de la convivencia de las
tradiciones implicadas, la simbiosis puede dar lugar al nacimiento de una nueva
identidad cultural única incluso manteniendo dos cultos distintos.
[3] En la actualidad los
tres son considerados de las figuras más destacadas de la plástica cubana y de
los principales artistas del siglo XX en Cuba. Sus temas pictóricos están a
menudo relacionados con la tradición afrocubana, abordada desde una perspectiva
poética.
[4] Wifredo Óscar de la
Concepción Lam y Castilla,( 1902 - 1982)
[5] René Portocarrero
(1912- 1985)
[6] Manuel Mendive (1944)
[7] Fernando Ortiz Fernández
(La Habana, Cuba, 1881- 1969). Etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y
periodista. Estudioso de las raíces histórico-culturales afrocubanas.
Criminólogo, lingüista, musicólogo, folklorista, economista, historiador y
geógrafo. En su ensayo “Contrapunteo cubano del tabaco y del
azúcar”, publicado en 1940 realiza un análisis del cambio cultural en Cuba.
Es su obra más leída y comentada y en la que lleva a cabo un estudio
comparativo de dos productos cubanos que han entrado en la vida diaria de la
gente de todo el mundo. Ortiz propone en
esta obra el concepto de transculturación que será relevante dentro del campo
de los estudios culturales latinoamericanos. Esta nueva noción produce una serie de cambios paradigmáticos en el
estudio de la raza, la nación y el intercambio de productos en América Latina.
[8]
El término
transculturación se revela contrario a otros conceptos, que en
la época en que Ortiz lo acuña se
imponían como: Aculturación y Desculturación.
El término de Ortiz refiere de mejor manera el proceso cultural de pueblos colonizados,
cuando lo explica diciendo que es la situación en la
cual, varias culturas que tienen contacto se influyen mutuamente y sobreviven
por largo tiempo y no a la imposición de una cultura sobre otra como en el caso
de Aculturación o al total avasallamiento de una cultura sobre otra como en la
Desculturación.
[9]
Consúltese en la
bibliografía “la oralidad ¿ciencia o
sabiduría popular” (compilación que realiza Ana Vera Estrada)
específicamente el ensayo Lo oral en la encrucijada
de Maria del Carmen Victori Ramos (P.15)
[10]
Lo que se quiere
decir es que las prácticas culturales tienen una gran
influencia en muchos tipos de
comportamientos sociales, los individuos crean unidad duradera que posibilita
un futuro de tiempo indeterminado en el que se condensa un proceso evolutivo de
formación, tiene un comportamiento generacional, sucediendo la creación de una
estructura cultural que se construye por
los diferentes comportamientos de la sociedad, un modo de
comprenderlo es a través de la transculturación
y el sincretismo, como se sugiere. A este comportamiento humano dentro de la conformación de las sociedades es lo que llamaremos comportamiento cultural o ser cultural, como sinónimo y
que finalmente se determina como
Idiosincrasia (rasgos y carácter propios y distintivos de un individuo o de una colectividad).
[11]
Tzvetan
Todorov es un lingüista, filósofo, historiador, crítico y teórico literario de
expresión y nacionalidad francesa, nacido en Bulgaria en 1939.
[12]Consúltese en la
bibliografía “La oralidad ¿ciencia o
sabiduría popular?” (compilación que realiza Ana Vera Estrada)
específicamente el ensayo Sobre la
naturaleza de los patakíes. Notas para un estudio de Rosa Maria de Lahaye Guerra (P.197)
[14]
Ferdinand de
Saussure (1857 – 1913), lingüista suizo,
cuyas ideas sirvieron para el inicio y posterior desarrollo del estudio de la
lingüística moderna en el siglo XX. Se le conoce como el padre de la
lingüística del siglo XX.
[15]
Charles Sanders
Peirce (1839 - 1914) fue un filósofo,
lógico y científico estadounidense. Es considerado el fundador del pragmatismo
y el padre de la semiótica moderna.
[16]
Revísese la
nota al pie número 10 para comprenderse el punto de vista en el que
está insertado el término
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